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Mide con Amor

  • anteelrey
  • Jul 1, 2016
  • 2 min read

Tito 3:3-5

Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.


La vida gira alrededor de las relaciones que vamos formando a través de los años. Nacemos en una familia, vamos a la escuela, a la universidad, y luego nos ganamos el sustento trabajando. No importa donde estemos, siempre estamos rodeados de muchas personas con diversas personalidades. Mientras más nos relacionamos con las personas, nos damos cuenta de sus defectos, de sus temperamentos; nos enteramos de los errores y mala decisiones que han tomado; puede que veamos lo peor de cada persona. Pero debemos recordar que nosotros también hemos sido personas injustas en momentos, que hemos pecado y hemos desobedecido a Dios.


Seguramente puedes recordar con facilidad aquella persona que te hizo daño, tal vez puedes nombrar varias personas que te han marcado negativamente, pero, ¿puedes contar a las personas que le has hecho daño? Probablemente tu primera respuesta sea que no le haces daño a nadie, pero te aseguro que si examinas con detenimiento tu vida, tendrás una respuesta diferente. Quizás te has estado haciendo daño a ti mismo, culpándote por haber hecho o no algo; o te has estado repitiendo palabras de desaliento, diciéndote que eres un fracasado, o que no vales nada. Por otro lado, puede que estés lastimando a tus hijos con tus palabras, o tu matrimonio, tu comunidad, incluso, a tu país. La voluntad de Dios para tu vida es que a través del Espíritu Santo puedas recibir misericordia y amor. Habrán muchos momentos en tu vida que necesitaras misericordia y perdón, la cual ya Dios te da por medio de Jesús. Así como debes reconocer tus errores, hay personas que te han fallado, y todos pueden recibir la misericordia de Dios. El Señor espera que des a otros lo que has recibido. La Palabra dice que uno es medido con la misma medida con la que mide; mide, pues, con la medida del amor.


Ciertamente puede ser difícil lidiar con las personas, más aun cuando nos han lastimado. Pero es eso, precisamente, lo que Dios quiere sanar en tu vida. Quiere poder trabajar con tus heridas para después usarte para sanar a otros. Dios quiere que puedas ver la vida a través de sus ojos de amor, que nada ni nadie pueda alejarte de su maravilloso propósito. El dolor, el rencor, el juicio a los demás nos estanca, nos paraliza y nos aleja del camino al éxito. El propósito de este mensaje no es hacerte sentir mal por lo que has hecho, es que sepas que Dios te amó por encima de todos tus errores, y desea que des de ese mismo amor a todos los que están a tu alrededor.


Ante el Rey... Es delante de su presencia donde puedo ser transformado.


 
 
 

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