Por ti, doy la vida
- Vimarie Santiago
- Dec 31, 2016
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Cuando llegamos a los pies de Cristo, usualmente, se trata sobre todas las promesas que él tiene para nosotros. Somos seducidos por la grandeza de Dios, por todo lo que tiene para ofrecernos. Empezamos a recibir sus bendiciones, lo vemos en cada lugar a donde vamos, y seguir a Cristo se vuelve la experiencia más emocionante que uno pueda experimentar en la vida. Ciertamente, la vida en Cristo se trata, en gran parte, en todo lo que él hizo por nosotros. Se trata de que el murió para darnos vida en abundancia, de que se hiz

o pobre para darnos todo lo que necesitemos conforme a sus riquezas en gloria, pero según va pasando el tiempo, nuestra relación con él debe ir madurando. Al principio todo suele ser perfecto, pero para que una relación verdaderamente tenga futuro, debe existir una etapa de maduración, una en la que el amor, el compromiso, la compasión, y el servicio sean las razones para permanecer. Nuestra relación con Dios debe ir madurando y creciendo a medida que vamos caminando. Tiene que llegar un momento en nuestra vida donde pasemos de ser personas demandantes, a ser ofertantes.
Hay muchas personas que, lamentablemente, viven encerradas en su dolor y sus necesidades, esto las paraliza y no permite que la bendición fluya a través de ellos. La Palabra de Dios dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Para alcanzar las mayores bendiciones que Dios tiene para nosotros, debemos cambiar el enfoque. La lógica del mundo te diría que para obtener algo, debe ir tras ello hasta conseguirlo. La lógica de Dios es muy distinta, él te envía a buscar de su reino, y todas las demás cosas serán añadidas. Quizás hoy te encuentres en una crisis financiera, y creas que trabajando muchas horas extras podrás conseguir el dinero que necesitas; no hay nada malo en trabajar y esforzarse. Por otro lado, puede que te estés necesitando sanidad, y buscas con mucho afán cuanto medicamento pueda solucionar tu problema; Dios te manda a buscar primeramente de él.
Probablemente te preguntarás cómo puedes buscar el reino de Dios, muy sencillo, el reino de Dios es el amor. Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito…”. La mayor expresión de amor de todos los tiempos, fue cuando Dios dio a su único hijo en sacrificio por la humanidad. Dar es el motor que hace que la bendición fluya hacia ti. Dios dio a su hijo, Jesús dio su vida, ¿qué puedes dar tú?, ¿Qué harías por Jesús, si lo encontraras hambriento, enfermo, sin alojamiento, descalzo y desnudo?
Jesús te dice:
Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron.” […] “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.”
-Mateo 25:35
Jesús toma de manera muy personal cuando hacemos cualquier acto de amor por las personas. Poner alimento en las manos del hambriento, o abrigo en el que tiene frio, es como si lo hiciéramos por él. Cuando obramos en el amor de Dios, ese mismo amor nos cubre; le demostramos a Dios cuanto le amamos, y que nuestro amor no se basa en todo lo que podemos recibir, sino en el agradecimiento, compromiso y convicción de que él es el Señor. El dar te ayuda como ser humano; te permite ver la vida desde otro punto de vista, y permite que se levante compasión, empatía, solidaridad, y otros valores en tu corazón; todo eso que muchos han perdido. Incontables riquezas espirituales recibirás, mas podrás confiar en que Dios tiene todo lo que necesitas bajo control.
Mi oración es que Dios ponga en ti un corazón compasivo que se mueva al ver la necesidad de los demás. Deja que Dios se encargue de las cosas que tú necesitas, y se hoy la bendición de alguien más; estoy segura en mi corazón, que Dios usará a otra persona para bendecirte.
Juan 15:13
“Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos.”
Ante el rey… es delante de su presencia donde puedo ser transformado.
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